Anhelos de libertad

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Intento rodar por los Alpes franceses e italianos todos los veranos, pero el año pasado, no sabría decir por qué, las montañas me supieron diferente. Bueno, quizás tendrá algo que ver que, mientras contemplaba el bellísimo paisaje, por alguna razón retrocedí en el tiempo, a ocho décadas atrás

Me atrevería a decir que no hay un solo motociclista que no considere la moto una vía para sentirse libre. Cuando las horas de confinamiento pesan, quizás se sobrelleva mejor la jornada al recordar que tu moto te está esperando. La moto une equilibrio, pasión y libertad.

Los Alpes franceses como refugio

Durante el viaje del pasado verano por Europa con Tormenta, mi BMW F800 GS, me quedé prendado – más si cabe- de los Alpes franceses. Intento rodar por los Alpes franceses e italianos todos los veranos, pero el año pasado, no sabría decir por qué, las montañas me supieron diferente. Bueno, quizás tendrá algo que ver que, mientras contemplaba el bellísimo paisaje, por alguna razón retrocedí en el tiempo, a ocho décadas atrás.

En esas mismas montañas de los Alpes franceses, se refugiaron los represaliados de la Guerra Civil española. Una vez terminada la guerra, el 1 de Abril del 1939, los republicanos y anarquistas escapaban hacia Francia para evitar su encarcelamiento, las torturas e incluso su fusilamiento. Lo cierto es que Francia no fue una garantía para ellos, todo lo contrario. Desde la prisión de Estrasburgo fueron deportados a los campos de concentración nazis en Mauthausen  y Gusen, Austria. Allí, después de ser usados como esclavos y soportar torturas, acabaron siendo asesinados en la cámara de gas con el beneplácito del dictador español. Mi abuelo Mariano fue uno de ellos. Después de pasar 13 meses en los campos de concentración de Mauthausen y Gusen, fue asesinado en este último a los 33 años de edad, el día 14 de enero de 1942. La historia es larga, así que me limitaré a contar solamente las sensaciones que percibí al rodar y acampar en esas preciosas montañas llenas de historias humanas, e inhumanas.

Fundiendo ferodo

Rodaba por el asfalto de los sinuosos puertos franceses a un ritmo ligero, divirtiéndome, trazando curvas sin parar e intentando que cada trazada fuera perfecta. Había dejado Italia atrás y hacía solamente un par de días que había cambiado las pastillas de freno traseras y los neumáticos. Gracias a mi amigo Vale, que vive cerca de Imola, pude hacerme con un juego de ferodos nuevos para el freno posterior de Tormenta. Salí de Ourense con las pastillas de freno trasero nuevas, que no duraron ni 6.000 kilómetros. Pasar los “tornanti” con la moto cargada, en bajada y a ritmo alegre es lo que tiene. La diferencia de conducción en carreteras de montaña entre una R1200 GS (o R1250 GS) y la F800GS es sustancial. El bóxer de la hermana mayor retiene mucho más por lo que se puede llegar más desahogado a la curva. La nueva R1250GS, la cual pude probar en Marruecos el año pasado durante dos meses, es una moto que te lo pone todo, o casi todo, fácil. En cambio, la F800 GS es una moto que exige tener más sensibilidad en el momento de la conducción, lo que para mí se traduce en diversión. De todos modos, reconozco que soy muy facilón y me lo paso bien con las dos.

Disfrutando la soledad en compañía

Quería contemplar el atardecer desde lo alto de alguna montaña. No quedaba mucho tiempo de luz, así que elegí una pista, luego un camino, y otro, salvé una valla, otro camino, otra valla y me encontré en un lugar perfecto para montar la tienda y relajarme contemplando el magnífico escenario. El verde efusivo de las montañas, los riachuelos, las flores, la montaña nevada que divisaba justo delante de mí, en fin, era un lugar para dejar que la cabeza se liberase absolutamente de todo, reflexionar, esclarecer ideas, pensar en las personas que queremos y dedicarles un suspiro, amar a la naturaleza y sentir, en mi caso, los pasos de quienes un día permanecieron en esas montañas para vivir sus últimos días de libertad. Allí me sentí libre, y también afortunado por saber que al día siguiente recogería el campamento, disfrutaría de las vistas, me subiría a mi moto y continuaría mi viaje. También me sentía especialmente acompañado. Quizás mi abuelo había pisado esa misma tierra. Quizás algo de él permaneció allí. Quién sabe, quizás fue él quien quiso que descubriera ese lugar y me indicó el camino.

Una experiencia compartida

Por la mañana el sol lucía espléndido y el agua del río brillaba. Las vacas pastaban y olisqueaban a Tormenta. Se ve que tuvieron buen “feeling” entre ellas. Me hizo gracia la situación, así que capturé ese momento con mi cámara. Cuando las vacas se alejaron me puse a desmontar la tienda de campaña y recoger el equipaje. Cargué la moto y me subí a ella. Antes de arrancar el motor miré a mi alrededor y dediqué unas palabras a mi abuelo y a sus compañeros: “Semper liberi” (del latín, “siempre libres”). No esconderé que una o dos lágrimas se desprendieron de mis párpados. Quizás fueron tres.

Tormenta y yo descendimos por la montaña, de nuevo divirtiéndonos, hasta llegar al asfalto. El viaje continuaba. Durante la ruta me esperaban más visitas a amigos y a la familia. Continuaba, sí, continuaba disfrutando de la libertad junto a Tormenta.

Alpes franceses en BMW F800 GS

En recuerdo a él

Este texto, esta humilde experiencia es un pequeño homenaje a él, a Mariano Arcos Trallero, mi abuelo. También a su esposa, mi abuela, y a sus dos hijos, mi tío y en especial a mi madre.A los que nos apasiona la moto, la libertad la vivimos de forma exponencial. Disfrutadla, cuidadla y vividla.

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