En el año 2008 comencé una relación con el desierto de Marruecos que se fue afianzando con el tiempo
En el año 2008 comencé una relación con el desierto de Marruecos que se fue afianzando con el tiempo. Durante los primeros años, mis visitas al país alauita duraban varias semanas. Luego, al finalizar mi viaje por el África occidental, me establecí en Merzouga para despertar cada día frente a las dunas del Erg Chebbi. Fueron cuatro años magníficos que me aportaron un sinfín de experiencias y buenas amistades.
Cuando decidí que era el momento de dedicar más tiempo a viajar por otros continentes, repartí la temporada entre Asia, África y Europa. Tres meses al año, en el desierto marroquí, eran suficientes para desarrollar mis actividades relacionadas con el mundo del trail en Marruecos.
Algo vital
Ya hace mucho tiempo que el desierto se convirtió en algo vital para mí. La sencillez de sus gentes, el valor del tiempo, los paisajes, la calma, son algunas características que valoro y necesito vivir. A finales del mes de febrero del 2020 salí de Marruecos con el plan de volver en octubre del mismo año. Es la primera vez, en trece años, que no recibo mi dosis de energía de las dunas del Erg Chebbi. Echo de menos el sol en pleno invierno, los contrastes del desierto y esa conexión tan especial con el planeta que solamente he conseguido allí.
Echo de menos, también, encontrarme con otros riders en Nador para viajar juntos, durante unos días, hasta las dunas del Erg Chebbi, y compartir una de las rutas más especiales que conozco. El Nomad Trail es una experiencia motociclista y de aventura, pero sobretodo es una experiencia vital.
Estos días tengo la sensación de que todo eso ha quedado muy lejos. El dinamismo que me ha ofrecido el desierto ha sido extraordinario. Tan pronto estaba preparando travesías nuevas por el desierto, como guiando riders por éste, o repasando roadbooks para el entrenamiento de algún equipo oficial del Dakar. Echo de menos todo eso.
BMW GS, una fiel compañera
Durante todos estos años ha habido siempre un denominador común. La GS. Me mudé al desierto con mi “Zebra Roja”, una BMW R1200 GS Adventure del 2007. Con ella descubrí muchos rincones del desierto y aprendí a “trepar” por las dunas.
Luego llegó Tormenta, una BMW F800 GS adaptada para el desierto gracias a la colaboración de Twalcom y Andreani MHS. Con ella, en 2016, llegué a la meta del primer Merzouga Rally Dakar Series en África. Incluso me clasifiqué en segunda posición de mi categoría, después de vencer la última etapa en las dunas frente a motos de 450cc. ¡Qué gran moto, Tormenta!
BMW R1250 GS HP
Tuve el honor, gracias a BMW Motorrad España, de pasar unos meses con una BMW R1250 GS HP antes de que este modelo saliera de los concesionarios. Es una moto que me sorprendió mucho por su manejabilidad, resistencia y tecnología. Para mí es la mejor GS que se ha fabricado hasta el momento.
Mientras no pueda volver a las dunas del Erg Chebbi con mi GS, me conformaré con verlas en mis sueños.